Los comerciantes anuncian ofertas especiales a los clientes que eligen hacer una compra ese mismo día. Jesucristo también tiene una oferta con condiciones. Veamos siete cosas que tú harás voluntariamente ahora, o harás por fuerza después.
“¡Oferta... hoy solamente!”
Los comerciantes anuncian ofertas especiales a los clientes que eligen hacer una compra ese mismo día.
Jesucristo también tiene una oferta con condiciones. Él declara que si actúas ahora, en vez de después de la muerte, puedes ser salvo.
Veamos siete cosas que tú harás voluntariamente ahora, o harás por fuerza después:
AHORA
“De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán” (Juan 5:25). Los muertos de quienes se habla aquí se refieren a las personas que son muertas en sus pecados, aunque viven físicamente. Hoy Jesús está llamando a todo aquel que está muerto en pecado. Dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
O DESPUÉS
Pero si ahora rechazas la tierna súplica de Jesús, después oirás la potente voz llamándole al trono de Dios para ser juzgado: “porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:28, 29). Nota que todos tendrán que resucitar; nadie podrá resistir aquel llamado. Entonces, ¿por qué no responder ahora?
AHORA
La Biblia te exhorta a buscar a Jehová mientras puede ser hallado, y llamarle en tanto que está cercano (Isaías 55:6). Ahora puedes clamar a Dios y recibir el perdón, pues Él tiene Su oído atento, anhelando oír cualquier súplica por misericordia. Ahora está cercano, listo para perdonar.
O DESPUÉS
Pero llegará la hora cuando los hombres clamarán a Dios, y Dios no los oirá. Observa el porqué: “Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien atendiese... también yo me reiré en vuestra calamidad... cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. Entonces me llamarán y
no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán” (Proverbios 1:24–28). Entonces, ¿por qué no clamar a Dios por misericordia ahora?
AHORA
Hoy Dios te da esta promesa: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).
O DESPUÉS
Aunque ahora no confieses que Jesús es el Señor, sí lo harás después; porque Dios ha declarado que todos compareceremos ante el tribunal de Cristo, y que en el nombre de Jesús se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor (Romanos 14:11 y Filipenses 2:10). Pero amigo, si esperas hasta el día del juicio para confesar a Jesús, será para tu propia condenación; el día de la salvación habrá pasado. Entonces, ¿por qué no confesar que Él es Señor ahora?
AHORA
Hoy Dios nos da este mandamiento: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia” (Romanos 6:12,13). El cristiano verdadero renuncia el pecado ahora porque sabe que no puede llegar al cielo cargado de los pecados y placeres de este mundo.
O DESPUÉS
Pero tampoco puede un picador gozarse de los placeres pecaminosos en el infierno, porque los placeres del pecado son solamente por una temporada: “El mundo pasa, y sus deseos” (1 Juan 2:17). No habrá placeres pecaminosos en el infierno: ni fornicación, ni licor, ni tabaco. Sólo habrá sufrimiento y tormentos. Entonces, ¿por qué no abandonar el pecado ahora?
AHORA
Primera de Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Si hoy confiesas tus pecados y tienes fe en Jesucristo como tu Salvador, entonces tus pecados son juzgados por Dios y perdonados; no tendrás que enfrentarlos después, en el día de juicio.
O DESPUÉS
Pero si no te arrepientes ni confiesas tus pecados hoy, llegarás al juicio con tus pecados; te encontrarás ante Dios, y Él abrirá los libros (Apocalipsis 20:11–15). Allí estarán todos tus pensamientos necios y hechos pecaminosos para condenarte al lago de fuego. Sería mucho mejor permitir que Dios juzgue y perdone tus pecados ahora, que demorar y cargar tus pecados contigo al gran día de juicio y allí ser juzgado sin misericordia. Entonces, ¿por qué no permitir que sean juzgados tus pecados ahora?
AHORA
Si hoy te niegas a ti mismo con el fin de vivir para Dios, salvarás tu alma. Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:24–26).
O DESPUÉS
¿Crees que el precio de negarte a ti mismo es demasiado alto; que vas a perder tus amigos, posesiones y ambiciones? Sin embargo, si no te niegas a ti mismo ahora, perderás estas cosas después; y también perderás tu alma. Entonces, ¿por qué no negarte a ti mismo ahora?
AHORA
La Biblia dice: “Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12). Ningún cristiano escapará de sufrir la persecución, aunque la persecución sólo sea las burlas de los pecadores. Cristo dice que “si sufrimos, también reinaremos con Él” (2 Timoteo 2:12).
O DESPUÉS
No obstante, lo que el cristiano sufre ahora parece cosa liviana cuando lo comparamos con lo que sufrirá el pecador en el infierno, pues allí sufrirán “el castigo del fuego eterno” (Judas 7). Puesto que cada persona ha de sufrir o a las manos del mundo ahora, o a las manos de Dios por la eternidad, ¿por qué no sufrir ahora?
Estas siete cosas seguramente las harás... ahora o después. La oferta de Dios para la salvación es sólo para aquellos que actúan ahora.
—Aarón M. Shank
El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
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