El ídolo que devora a los niños

En los días antiguos, tenían la costumbre cruel de sacrificar al ídolo Moloc niños inocentes. ¡Que horrible! ¡Nunca tal haríamos nosotros! Pero—detente un momento, y considera el desafío del autor.

 

Sonaban las flautas y los tambores, conduciendo a la multitud a un frenesí de adoración pagana. Delante de los adoradores se veía un ídolo monstruoso de bronce que se llamaba “Moloc”. Su cabeza de toro, cruel como la muerte, representaba los mismos poderes del infierno. Este ídolo estaba sentado en un trono hueco. Debajo del trono las llamas ardían. Los brazos del ídolo, candentes por el fuego, se extendían como las de un demonio listo para devorar las ofrendas de los devotos. En medio de este espectáculo se adelantó Acaz, el rey de Judá. En sus brazos llevaba a su pequeño hijo. Enloquecido por la idolatría, lo puso en las manos candentes del ídolo. Inmediatamente el niño cayó entre las llamas (2 Reyes 16:3). Así murió en sacrificio a ese gran dios, Moloc.

Esta escena horrorosa se repitió muchas veces en la historia de los canaanitas. Era una práctica abominable delante Dios (Levítico 20:2-5). Decimos que nosotros nunca cometeríamos semejante crimen. Pero observemos detenidamente a nuestro alrededor. Es cierto que el Moloc antiguo ya no existe, pero existe un ídolo mucho más destructivo entre nosotros. Se llama “Orgullo en el Vestir”. El centro de adoración de este ídolo está en las grandes ciudades; pero Satanás se ha encargado de hacer millones de pequeñas réplicas de este ídolo para repartirlas en todo el mundo. Estas pequeñas réplicas se encuentran en la calle, en los hogares, y hasta en las iglesias, y dondequiera le den un lugar. Aun están presentes en muchos hogares llamados cristianos. No están en algún rincón de la casa, sino bien acomodados en el corazón de los padres. Lo triste es que las víctimas son los inocentes niños que son sacrificados en ofrenda a este ídolo.

Permítame describir a este ídolo y sus réplicas. Aunque su verdadero nombre es “Orgullo”, en la calle lo llaman “La Moda”. Su apariencia se manifiesta en el cabello y la vestimenta unisex, la desnudez, la minifalda, los jeans ajustados, los maquillajes, aretes, anillos, y un sinfín de detalles más. Aun en la iglesia, especialmente entre los jóvenes, recibe buena aceptación. Y como su nombre “Moda” suena demasiado antibíblico, Satanás con mucha astucia, le puso “Libertad”. A los cristianos que le rinden adoración los hace sentirse oprimidos con el mandamiento bíblico del vestuario honesto que encontramos en 1 Timoteo 2:9 y 1 Pedro 3:3-4. Les hace sentirse desconformes si no están haciendo cambios a menudo a estilos más atractivos. Una madre cristiana lamentó este problema, diciendo: “Moda que se inventa, moda que entra en la iglesia”.

Lamentablemente, muchos pastores no se percatan de la destrucción que está causando. Como tiene nombre de “Libertad Cristiana”, parece ser algo bueno. Hay los que se encogen de hombros y dicen: “Nada podemos hacer. Si sacamos a este ídolo de nuestra iglesia, la mayoría de los jóvenes se nos van también. Mejor lo toleramos”.

Pero ¿por qué este ídolo está tan bien aceptado en las iglesias de hoy? ¿Por qué se apresuran los miembros tras la desnudez, los adornos, y las modas del vestido y del cabello? Sin duda, existen muchas razones. Pero quiero mencionar aquí sólo una razón, quizás la principal. Padres, nosotros tenemos la culpa.

Padres, nosotros tenemos la culpa.

Los hijos no nacen angelitos. Es verdad, son inocentes; no son responsables ante Dios por sus hechos. Pero la Biblia dice: “La necedad está ligada en el corazón del muchacho” (Proverbios 22:15). Es decir, a los hijos pequeños les falta entendimiento; no saben escoger por sí mismos entre el orgullo y la humildad. No entienden la diferencia entre la ropa honesta y la deshonesta, entre el vestuario lujoso y el humilde. Aunque el corazón de ellos por naturaleza está inclinado hacia el mal, su mente inocente está abierta para aprender lo que se les enseña. Por eso, la responsabilidad cae sobre los padres de criarlos “en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4).

Lo que para los padres es de estimación, también lo será para los hijos. Si creen que se ven hermosos con unos pocos lujos, ellos también creerán lo mismo. ¡Padres, escuchen! Antes de que se den cuenta, el ídolo llamado “Orgullo” que había en su corazón habrá sido transmitido al corazón de los hijos. Y muy pronto, demasiado pronto, será muy tarde. Muchos padres lamentan la falta de respeto en la manera de vestir de sus hijos ya mayores. Pero ya, ¿para qué?

Satanás sabe del poder de la influencia de los padres sobre sus hijos pequeños. Lo sabe mejor que muchos padres. Él sabe que los padres cristianos no aprueban que sus jóvenes anden tras las últimas modas. ¡Esto sería absurdo! Por eso él procura colocar una de sus insignificantes réplicas en el hogar. Y si es posible, en algún rincón del corazón de alguna madre. Pero esta pequeña réplica es el mismo ídolo que venimos mencionando, el “Orgullo en el Vestir”. Satanás sabe muy bien que la madre cristiana rechazaría este ídolo si lo llamara “Moloc”, “La Moda”, o aun “Libertad”. Por eso lo llama: “¡Qué Lindo!”.

Las madres en este punto son muy vulnerables. Esto lo digo con mucho respeto, pero con sinceridad. Satanás lo halla muy fácil introducir este ídolo en el corazón de algunas madres. Por ejemplo: Cuando la madre va a la tienda y compra prendas lujosas, o unos lazos bonitos, o encajes para lucir en el vestido de la niña, ¿quién está gobernando su pensamiento? ¿El Espíritu Santo o el “Orgullo”? Cuando una amiga le regala un vestido o calcetines llenos de adornos con cintas u otros lujos, ¿qué va a hacer? Ya sabe que estas cosas no se conforman a las normas bíblicas sobre el vestir. En estos casos un pretexto común es: “Pero ¿cómo voy a despreciar lo que me regalan? Además, mi niña es muy pequeña; ¿qué daño le puede causar?” Y después, cuando la niña usa el vestido o las prendas o los lazos en público, los demás exclaman: “¡Qué linda! ¡Qué bella!” Y la madre está contenta. Pero lo peor es que hay alguien más junto a ella que también está contento. Es Satanás que dice dentro de sí: “Poco a poco... tarde o temprano, esta niña me será entregada por los propios padres”.

Padre cristiano, ¿dónde se encuentra usted en esto? ¿Es justo echar toda la culpa a la esposa? ¿No sabe usted de la responsabilidad que usted tiene de dirigir con amor y firmeza en el hogar? Muchos varones cristianos, por estar tan ocupados en sus quehaceres, no perciben lo que sucede. Otros lo saben y lo ven, pero sólo se encogen de hombros y dicen: “Bueno, ¿qué se va a hacer?” Y quizás, para no tener un desacuerdo con la esposa, prefieren callarse. Satanás también ve esto y se sonríe.

Padre cristiano, ¿seguirá la corriente de los demás? ¿O tomará la decisión ahora mismo de examinar el ropero de los hijos (y quizá también su propio ropero)? Recordemos, el ejemplo y la enseñanza que les damos a nuestros hijos durante sus primeros años tendrán un gran efecto sobre su juventud. Dios dice en Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Sin duda, deseamos que nuestros hijos amen la belleza de un “espíritu afable y apacible” (1 Pedro 3:4), y que se sientan satisfechos, así como Dios los hizo. Queremos que nuestros hijos aprendan que el propósito de Dios para nuestro vestuario es cubrir el cuerpo, no lucirlo. Entonces, “instruye al niño en su camino”.

Ahora, ¿cuál es su conclusión? ¿Está dispuesto a entregar tan despreocupadamente a sus hijos inocentes en las manos candentes del “Orgullo en el Vestir”? Sabemos que la costumbre hoy día es vestir a los hijos para verlos “Lindos”. Es una costumbre muy popular y está devorando a millones de niños inocentes. También era una costumbre popular sacrificar a niños a Moloc en la antigüedad.

Oh padre, ¿también entregará sus hijos?

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