¿De verdad eres sincero?

Es posible ser “sincero” y a la vez hallarse en error. Cuando otros observan mi vida, ¿qué ven? ¿Se desilusionan cuando comparan lo que leen en la Biblia con lo que ven en mí? Que Dios me ayude a ser un cristiano “sin cera” y “probado por la luz del sol”.

Hoy día la gente le da mucha importancia al asunto de la sinceridad. Una vez oí decir: “Él no tuvo la intención de hacer algo indebido. Creía sinceramente que estaba haciendo lo correcto.” En este caso, al parecer, se supone que la sinceridad de la persona justificaría el mal que había hecho.

El significado original de sinceridad indica transparencia y veracidad; ser genuino y honrado. Sin embargo, hoy día no significa mucho. A menudo se usa para indicar que algo se hace de buena fe. La sinceridad es una virtud noble cuando somos sinceros en una causa correcta. Sin embargo, la gente puede mentir, matar, o robar creyendo “sinceramente” que están contribuyendo a una buena causa. Lamentablemente, es posible ser “sincero” y a la vez hallarse en error.

En la Biblia, la sinceridad aparece vinculada al creer y vivir la verdad. “Presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad [sinceridad, según otra versión], palabra sana e irreprochable” (Tito 2:7-8). Otro pasaje bíblico que vincula directamente este tipo de sinceridad con la verdad dice: “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3:18).

En cierta ocasión, mientras estudiaba varios pasajes bíblicos en cuanto a la sinceridad, me encontré con un concepto que no esperaba. Cierta guía de estudio que tenía en mis manos sugería que 2 Pedro 3:1 nos habla de la sinceridad: “Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento”. Mi primera impresión fue: ¿Qué relación tiene este pasaje con la sinceridad, puesto que no aparece la palabra “sinceridad”?

Empecé a estudiar la definición del término en el griego que se traduce “limpio”, y encontré una verdad preciosa. Descubrí que la palabra griega es eilikrinese y significa “puro; exento de mezclas”. Algunos consideran que el significado etimológico de eilikrines es “probado por la luz del sol”.

En Filipenses 1:10, la misma palabra aparece como sinceros. Dice: “Para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo”.

Vemos, pues, que el mismo término aparece traducido en la Biblia como limpio y sincero.

En el latín, idioma que hablaban los romanos en la época de la Biblia, la palabra es sincerus. Según algunos, esta palabra significa “sin cera” o “que no contiene cera”.

¿Habrá una relación entre “probado por la luz del sol” y “sin cera”? ¿Qué podemos aprender de estas definiciones?

En la época bíblica, se usaban mucho las vasijas y los recipientes de barro. Se podía comprar artículos de alfarería de diferentes tamaños y para muchos usos. Y el que compraba una vasija o un recipiente de alfarería quería asegurarse de que no tuviera defectos; una pequeña muesca o grieta podía debilitarlo. A veces, ciertos vendedores de alfarería trataban de ocultar las grietas pequeñas con un tipo de cera de color marrón, casi idéntico al color del barro.  

El comprador del artículo, preocupado por la posibilidad de que hubiera un defecto encubierto, preguntaba: “¿Es esta vasija sin cera?” Después de hacer la pregunta, el comprador podía confiar en la palabra del vendedor o podía levantar la vasija y observarla a contraluz para descubrir cualquier defecto. De esta manera, la luz del sol podía revelar alguna grieta cubierta por una capa de cera.

Al entender la razón del término “sincero” en los escritos originales, una verdad me llegó a la mente. Mis pensamientos y mis actitudes deben ser probados por la luz del sol, y esa luz del sol es la Palabra de Dios. La Biblia dice que la Palabra de Dios es como una lámpara o lumbrera. ¿Qué se observa en mi vida cuando es examinada por la luz de la Palabra? Es probable que la luz revele algunos defectos bien disimulados que sólo Dios sabe que existen. La única solución, en ese caso, es que el Alfarero maestro, Jesucristo, corrija el problema. Yo debo estar dispuesto a que él corrija las imperfecciones que la verdad de su Palabra revele. La Palabra sin duda expondrá los defectos que existan en mí.

Cuando otros observan mi vida, ¿qué ven? ¿Se desilusionan cuando comparan lo que leen en la Biblia con lo que ven en mí? Que Dios me ayude a ser un cristiano “sin cera” y “probado por la luz del sol”.

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La anterior explicación de la palabra “sincero” se considera una “etimología popular”, que significa una interpretación espontánea que se da vulgarmente a una palabra, relacionándola con otra de distinto origen. Esa explicación se ha dado popularmente por unos cuatro siglos. Según los diccionarios del siglo 16, la palabra originó del latín “sincerus” que significaba “entero, limpio, puro, sin mezclar”. La etimología popular ofrece una perspectiva que da una ampliación significante a la importancia de ser sincero en todo sentido, así como la Palabra de Dios exige.

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Publicadora La Merced
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