Si no existe el infierno, tampoco existe cielo, porque ambos tienen el mismo fundamento: la Palabra de Dios. Las amenazas de castigo eterno se encuentran en la Biblia al igual que las promesas de felicidad eterna.¡El infierno es una realidad! Prestemos atención a la Palabra de Dios.
¿Ha visto usted la sangre derramada en las guerras? ¿Ha visto usted la furia de incendios e inundaciones? ¡Pues usted no ha visto nada todavía!
¿Sería verdad que algunas personas no califiquen entrar en el cielo ni tampoco merecen ser echadas en el infierno? ¿Podría ser que haya otro destino que no sea ni tan bueno ni tan malo entre el cielo y el infierno?
“Nos veremos más tarde, amigo.” Si la muerte reclamara a uno de ellos, ¿esperaría usted verle más tarde… en el cielo o infierno?