Blancura de alma

Hoy tenemos la oportunidad de recibir esa blancura en nuestra alma. Dios desea hacer la obra en cada persona y nos da la invitación. Al que recibe la invitación de Dios, sus pecados le serán perdonados por medio de la sangre de Jesús. Serán emblanquecidos como la nieve y como la lana blanca.

“ Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18).

Esta invitación me ha llamado la atención muchas veces. El versículo habla de la blanca nieve. Últimamente, Dios me dio la oportunidad de observar de cerca esta ilustración impresionante. Pude observar la infinita belleza de la tierra totalmente transformada por una linda nevada. Es una escena que casi no se puede describir con palabras. La blancura de la nieve es resplandeciente, esplendorosa, y fulgente. Es una belleza prácticamente sin igual. Su blancura es tan reluciente que pone en peligro la vista si no se usa alguna protección ocular. La transformación que experimenta la tierra árida y sin ninguna hierba verde después de una nevada es sumamente impresionante.

Luego, el texto habla de la blanca lana. Mi hija tiene una perra de pelo sumamente blanco, como la lana de una oveja. Después de bañarla, el pelo brilla a la luz del sol. La blancura que luce cuando está bien limpia es impresionante.

Al reflexionar sobre las palabras de Dios a Israel en Isaías 1:18, vemos que hay otra maravilla aún más impresionante. Es el milagro de transformación que experimentamos al entregar nuestra vida a Cristo. Las ilustraciones de la nieve y la lana jamás alcanzan a describir en su totalidad esta obra de transformación espiritual. Pero sí nos dan una idea de la maravillosa obra del Espíritu Santo en nuestra vida.

El día después de la nevada que transformó al mundo, observé algo interesante. Observé que la nieve había tomado un color oscuro. Ésto, debido a que algunas partes estaban cubiertas con polvo, dándole una apariencia desagradable. Nieve oscura… ¡qué fea! A la perrita de mi hija le gusta salir y jugar fuera de la casa y, por su naturaleza canina, le atrae el lodo. Cuando encuentra un charco, la perra blanca tan linda y brillante se mete en el lodo para jugar. Su pelo blanco y reluciente se convierte en una pelota fea, desagradable, y sucia.

Y ¿sabe? Para transformar de nuevo la nieve sucia y oscura, y a la perra sucia y fea, tiene que suceder algo. Hasta que no caiga una nueva nevada sobre la nieve sucia, no ocurrirá ninguna transformación. Sin un buen baño con agua y jabón, la perra no volverá a lucir un pelo blanco.

Así es con nosotros. “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino” (Isaías 53:6). Todos necesitamos de la obra de Dios que nos vuelve limpios y blancos como la nieve por medio de la sangre de Jesús. Todos necesitamos ser limpiados con el agua de la Palabra de Dios para ser como blanca lana (Efesios 5:26). Hoy tenemos la oportunidad de recibir esa blancura en nuestra alma. Dios desea hacer la obra en cada persona y nos da la invitación. Al que recibe la invitación de Dios, sus pecados le serán perdonados por medio de la sangre de Jesús. Serán emblanquecidos como la nieve y como la lana blanca.

Détails
La Langue
Español
Auteur
Duane Nisly
Éditeur
Publicadora La Merced
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