Existen muchas experiencias negativas en la vida que nos pueden volver cínicos. El cinismo es una trampa de Satanás. Muchos son los que caen en ella para nunca más salir. Un espíritu cínico y el Espíritu Santo no conviven bien en un mismo cuerpo. ¡Huyamos del cinismo!
¿Es una desgracia no saber o no entender el porqué de una circunstancia? ¿Tendrá Dios un propósito para nuestro bien en ocultar las respuestas? Aprendemos la disciplina de callar y reconocer la soberanía de Dios en el valle oscuro de las preguntas sin respuesta.