Su misericordia

La misericordia de Dios no pasa por alto la justicia y santidad de Dios para hacer caso omiso del pecado y la condenación. A la vez, su misericordia y gracia nos dan la solución a nuestro problema del pecado por medio de la obra de Jesucristo en la cruz que nos trae un cambio de corazón.

El salmista David, en el Salmo 57:1-3 hace una observación sumamente interesante. Es un pensamiento profundo y de mucho contenido. Primero le pide a Dios su misericordia. Testifica de que su confianza está puesta en Dios y que debajo de las alas de Dios encuentra su seguridad. Finalmente, concluye con este pensamiento: “Dios enviará su misericordia y su verdad”. ¿Qué significado tiene el hecho de que el salmista pide de Dios su misericordia y a la vez su verdad?

La misericordia y la verdad aparecen juntas repetidas veces en las Escrituras. Cuando la verdad proclama lo falto que soy y lo que merezco, la misericordia se acerca y dice: “Sí, es muy cierto, pero aquí estoy yo para ofrecer lo que la verdad por sí sola no puede.” La misericordia ofrece esperanza y todo lo necesario para obtener la paz con Dios.

Si examinamos estos dos atributos de Dios, entendemos mejor la importancia de ambos, y la interrelación entre sí. ¿Cómo sería encontrarnos ante la verdad de Dios sin el beneficio de su misericordia? La verdad dice que estamos separados de Dios, condenados a la muerte eterna, sin esperanza, sin fuerza, sin posibilidades. Es la condición de todo ser humano fuera de la provisión que Dios hace por medio de su misericordia. Cabe recordar que nadie es digno de la misericordia de Dios. Todos merecemos la ira de Dios que se reveló por medio de su verdad.

La misericordia de Dios no pasa por alto la justicia y santidad de Dios para hacer caso omiso del pecado y la condenación. A la vez, su misericordia y gracia nos dan la solución a nuestro problema del pecado por medio de la obra de Jesucristo en la cruz que nos trae un cambio de corazón.

La misericordia de Dios es una manifestación de su gloria y perfección. En Mateo 5:48 Jesús dice: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. El mismo pasaje en Lucas 6, usa la palabra “misericordiosos” en lugar de “perfectos”: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6:36). Ser misericordioso es una manifestación de su perfección. La misericordia ofrece la ayuda que no merecemos y que no podemos conseguir de ninguna otra forma. Podemos concluir que Mateo y Lucas están diciendo lo mismo… “Sed, pues, vosotros perfectos [misericordiosos], como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto [misericordioso]”.

David probablemente escribió el Salmo 57 al huir para salvar su vida del rey Saúl. La verdad declaraba a David inocente de los cargos que le imputaba el rey. Sin embargo, David, como cualquier otro ser humano, sí era culpable ante la verdad de Dios. Habría sido un pecador separado de Dios si no hubiera sido por su misericordia. Por eso pidió que enviara tanto la verdad como la misericordia.

Dios no está comprometido a concedernos su misericordia. Nadie es digno de ella. Pero no hay ninguna esperanza si no la recibimos. Todos carecemos de una defensa ante la verdad de Dios. Somos culpables y no tenemos otro recurso. Sin embargo, Dios ofrece su misericordia que se manifestó por medio de la redención que Jesucristo efectuó en el sacrificio que hizo en la cruz. Esto nos permite ser beneficiarios de su misericordia para no quedar condenados por la verdad de Dios. Esta es la única esperanza que tenemos. “Desde los cielos” Dios envía su salvación a todo aquel que cree en él.

 

Tomado de una meditación de Eugenio Heisey

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Duane Nisly
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