La regla de Cristo llega más al grano que la ley de no matar del Antiguo Testamento. Moisés dijo: “No matarás”, pero Jesús trata con la raiz del problema del homicidio: el enojo. No trata sólo con el acto físico, sino con lo que hay en el corazón. La ley de Cristo exige que amemos al prójimo.
El hombre fue creado a imagen de Dios; por lo tanto, el corazón es algo maravilloso. El corazón fue creado por Dios y para Dios; alberga impulsos y deseos que gobiernan al hombre. Nuestro corazón fue diseñado para servir a Dios. Lamentablemente, el hombre ha nacido con inclinaciones perversas.
Amad a vuestros enemigos, Mancahas en los ágapes, ¿Fuerte o débil?, Sirvamos en la iglesia, Jesús ha resuscitado, Bananos con caramelo, El camino que ella escogió, El almuerzo de José, Las manos